Tal como Europa lo ha aprendido y cruelmente pagado, la democracia necesita ser vivida sin cesar, reinventada, defendida tanto en el interior de nuestros países democráticos como en el resto del mundo. Ninguna democracia es una isla. Las democracias se deben asistencia mutua. Hoy hago, por eso, un llamado a nuestros dirigentes y a nuestros grandes órganos de prensa: sí, lo afirmo, la joven democracia boliviana corre un peligro mortal.
¿Por qué es indispensable una nueva Consitución? Por la razón muy simple de que la antigua data de 1967, cuando, en América Latina, las poblaciones indígenas (representaban en Bolivia 75 por ciento de la población) se hallaban totalmente excluidas de cualquier ciudadanía.
Los trabajos de
En favor de un caos cuidadosamente instrumentado, renacen las amenazas separatistas de las regiones más ricas, que rechazan el juego democrático y no quieren “pagar por las regiones más pobres”.
Grupos activistas neofascistas y bandas paramilitares, subvencionadas por la gran burguesía boliviana y ciertos intereses extranjeros, instalan un clima de miedo en las comunidades indígenas. Recordemos en qué terminaron Colombia y Guatemala, recordemos sobre todo la democracia chilena, asesinada el 11 de septiembre de 1973 después de un proceso idéntico de desestabilización.
Se puede matar una democracia también por medio de la desinformación. No, Evo Morales no es un dictador. No, no es la cabeza de un cártel de traficantes de cocaína. Estas imágenes caricaturescas se hacen circular en nuestros países sin la menor objetividad, como si la intrusión de un presidente indígena y la potencia creciente de ciudadanos electores indígenas fuesen insoportables, no sólo a las oligarquías latinoamericanas sino también a la prensa bienpensante occidental. Como para desmentir aún más la mentira organizada, Evo Morales hace un llamado al diálogo, rehúsa hacer uso del ejército y pone incluso su mandato en la balanza.
Solemnemente llamo a los defensores de la democracia, a nuestros dirigentes, a nuestros intelectuales, a nuestros medios de comunicación. ¿Vamos a esperar que Evo Morales conozca la suerte de Salvador Allende para llorar sobre la suerte de la democracia boliviana?
La democracia tiene valor para todos o para nadie. Si la amamos en nuestra patria, debemos defenderla por todos los lugares donde esté amenazada. No nos toca, como algunos lo pretenden con arrogancia, ir a instalarla en otras naciones mediante la fuerza de las armas; en cambio, nos toca protegerla en nuestro país con toda la fuerza de nuestra convicción y estar al lado de aquéllos que la han instalado en su nación.
Danielle Mitterrand
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